lunes, 22 de diciembre de 2014

Respirar, vivir, estar

'Respirar, vivir estar'
Dejarse llevar por el aire del ocaso, momento de bohemios y botellas de alcohol.
Soñando contigo, con una noche de locura entre sábanas y una vida de paseos por Madrid. Donde las luces nos arropen en las noches de invierno y las calles nos den el consuelo de caminantes orgullosos.
Quiero respirar, aquí y ahora, mientras sea mi existencia la que domine el desgraciado tic tac de ese reloj implacable llamado vida.
Quiero vivir, miles de historias que se fusionen en una sola, pues anhelo la existencia de un corazón que radica en la alegría para sintetizar los brillantes ojos de talento oculto.
Y quiero estar, ahora, en este mismo instante. Puede que mañana no esté, que en unos atentos minutos la madrugada acabe con mi propia imaginación. Pero de momento, mientras me quede un resquicio de fortaleza interna, quiero estar. Quiero sentir.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Un mundo sin arte

Esta vez, voy a utilizar este blog para hacer una crítica social que considero más que necesaria.
Empezaré diciendo que actualmente soy estudiando de artes escénicas y como artista, estoy cansada de que se nos llame muertos de hambre. ¿Por qué vivimos en un país en el que se le da más importancia a un científico que a un poeta? ¿Por qué a los artistas se nos trata como a la mayor basura social que hay?

Los artistas somos los encargados de transmitir la cultura a lo largo de la historia, los encargados de contar historias, de crear, de dar forma... En esta época en la que la gente cada vez es más inhumana, un actor se encarga de emocionar, de hacer reír o llorar. ¿Qué sería de nuestra vida sin los versos de Lope de Vega?, ¿sin Góngora o sin Lorca?. ¿Dónde estaría retransmitida la historia de no ser por las pinturas prehistóricas? Y la belleza sin Dalí, sin Miguel Ángel, ¿dónde estaría?. ¿Qué sería de nuestras vidas sin las piezas imposibles de Bach, Mozart o Beethoven?.

Nosotros, los muertos de hambre, siempre hemos tenido una labor dura, llena de luchas sociales por pensar de forma diferente, por ver el mundo de manera creativa.
Por eso pido que la próxima vez que alguien diga "es un muerto de hambre", "es un inútil" o comentarios semejantes referidos a los artistas, se pare a pensar en las horas que un actor dedica al estudio de un guíon, en las horas de ensayo, de estudio y de aprendizaje. Qué piense en el esfuerzo de un pintor y en lo que refleja en su cuadro, o en la expresión corporal se un bailarín al interpretar una canción. Pensad en lo que sería de vuestras vidas sin la música que escucháis cada día, o sin esos versos que declaran el amor a vuestras parejas o seres queridos.

Solo pensad, durante un minuto, lo que este mundo sería sin los artistas. Dejad la fría lógica y recurrid a vuestros corazones... Porque ahí es dónde nace el arte.

                                                       

martes, 26 de agosto de 2014

Cambio positivo

Llevo años escribiendo las baladas nocturnas de los búhos, soñando con grandes escenarios y utilizando la prosa como escape y encanto.
En el punto en el que estoy puedo escribir las palabras más bonitas de mundo: el alzar de un amanecer indecoroso o una melodía de piano perfectamente acompasada. Puedo apuntar el drama: los versos rotos de un poeta sin musa, unos ojos sin alma en las pupilas, o una lágrima de sangre huyendo de las venas. Pero no ahora, en este punto solo quiero escribir de paradójico de la vida, de una sonrisa que pide deseos a una estrella fugaz... Y es que el tiempo nos cambia, ¿verdad?.

Antes, destruida por miradas arrogantes y puñales escondidos tras la espalda, hundida y ubicada en su propia desesperación. Ahora... Bueno, ahora se ha liberado de sus fantasmas y ha tocado el cielo.
No quiero escribir sobre el amor, sino sobre la superación. Porque yo he conseguido juntar los pedazos rotos de mi ser y unirlos, sin muros, sin ser una roca, sin insensibilidad, a pesar de que haya días en los que la melancolía sea el fruto de mi vida. No soy drama, ni comedia. Dependiendo del día puedo ser sátira o cantar de gesta.
Dependiendo del sonido, clásica o triste balada.

He resultado ser la mezcla de mi pasado y mi presente, un puzzle bien formado que encaja en el resto de las situaciones. Y no es cuestión de amor, ni de valor, solo es una voluntad de cambio positivo permanente. Porque al final, sin esa voluntad positiva, ningún amor sería capaz de estar en mi corazón

viernes, 8 de agosto de 2014

Descubrimiento

Creo que he llegado al límite de mi armonía, he gastado los pinceles en cuadros baratos e insustanciales que no dicen nada salvo dolor y muerte, y ahora que creo que he llegado a ese límite supero de nuevo las expectativas de niña marchita abriéndome a un teatro en plena función. Empiezo a comprender la grandeza de mi propia alma, pero sigo siendo una montaña rusa sin calificar. Estoy tachada de fracaso absoluto, pero ahora que he abierto la puerta de la jaula que encerraba al lobo, soy libre, una fiera con espíritu de líder, de estrella. He pasado de ser el objetivo de la bala, a ser quién empuña el arma, un cometa arrasador que se alimenta de los aplausos y los focos. Ya no estoy rota, he recompuesto cada leve pedazo de mi ánima para encontrar a un ser grande e indomable que hace del escenario su reino de próspera polifonía.

miércoles, 2 de julio de 2014

Poesía

Era capaz de hilar los sentimientos como los versos de una copla completa y perfecta. Mostrando una cesura en el momento y lugar exactos, como en un cantar de gesta. Mágica como la musicalidad de un corazón recitando "Polvo serán, más polvo enamorado".
Eso era ella para mi, pura poesía.

Siempre convirtiendo en arte cada gesto, cada palabra, pronto aprendí a observar cada detalle del aura que la rodeaba: la forma de trazar una línea en un papel al dibujar, la luz de sus ojos y la sonrisa torcida y provocativa.
Eran tantas las cosas que marcaban mi admiración hacia ella que me resultaba complicado no quedarme absorta en cada movimiento que hacía. Para mi se había convertido en una primavera adelantada y constante, una luz que convertía al sol en algo insignificante. Observarla se había convertido en algo tan normal como respirar.
Y no era una mera sensación transitoria, sabía que para mi era algo tan profundo que prefería no gritarlo, ni susurrarlo, sencillamente quería mantener esa profundidad ahí de forma que solo pudiera verlo ella. Era tal la paz que me transmitía que por una vez mi cabeza y mi corazón llegaron a una misma opinión: la quería, pero no como se quiere a cualquier otra cosa, como si fuera una simple pieza más del rompecabezas, no. La quería como solo una actriz quiere a un escenario, o como un músico ama a su intrumento, o un pájaro al propio viento. La quería como una parte vital y libre de mi, una presencia dormida que había despertado para crear paz, armonía, y una pizca de caos.

No puedo llegar a expresar con simples palabras lo que es para mi y espero no poder conseguirlo nunca, las palabras por si solas son como un puzzle, haces que encajen e intentas que lleguen a mostrar con la máxima exactitud posible el grado de intensidad que expresas, pero nunca llegas a consiguerlo del todo. Para poder alcanzar ese grado de exactitud haría falta música, pero eso... Bueno, es algo que solo compartiré con ella.
Puedo hablar, describirla como a mi musa, exaltarla como un poeta barroco, pero la cuestión es que solo ella será capaz de vislumbrar en mi el amor que siento cuando la miro.

miércoles, 11 de junio de 2014

Un telón abierto a la libertad

Cuando llegó, dejó sus cosas y subió a ese entarimado que tantos secretos conocía, ese espacio que había sido testigo de amores, llantos y desvaríos. Se quedó quita, observando las tablas negras del suelo, los focos que colgaban del techo, el telón rojo que había dado comienzo a tantas historias... Sonrió, no había nada que la hiciese sentirse tan viva, y no necesitaba decir nada, simplemente con estar ahí arriba en silencio, escuchando todos esos versos que recorrían cada pequeño espacio, decapitando los malos sueños y alzando la tragicomedia, se sentía bien. Ese era su lugar, el sitio al que siempre había pertenecido, rodeada de cantares de gesta y romances imposibles, de épicas historias de dioses y hombres, de balas incrustadas en los reflejos de la justicia. Era su mundo.
Tras inspirar profundamente, gritó, soltó toda la furia contenida que habitaba en su interior sabiendo que allí eso se convertiría en la muestra de arte más pura y explosiva. Cuando calló escuchó el eco de su lamento perdiéndose en el infinito de un patio de butacas, sumándose a los otro capítulo de las historias que yacían en aquel lugar. Cayó, golpeando la madera del suelo con las rodillas, convirtiendo sus brazos en un peso totalmente muerto. Sabía que debía canalizar toda esa energía en su cuerpo y su mente, era la manera de actuar, armarse con una coraza de energía impulsada por emociones reales e inventadas. Pero esta vez no actuaba, solo se dejaba llevar por la paz y la seguridad de esa plataforma desde la que veía el mundo. En aquel lugar era la reina, y su pueblo eran todas las butacas que acogían a la gente en su regazo, su obligación era hacer sentir a esas personas las más puras emociones, y esa era su especialidad. Levantó la vista del suelo y se armó, desplegó las alas que poseía al estar ahí arriba y se levantó, volvió a poner la mirada orgullosa de un león y dio comienzo a su actuación, teniendo como público al infinito y sabiendo que aunque nadie la oyese, ese momento quedaría grabado en la historia de ese teatro, siendo una más de sus historias, haciendo que su alma volviese a ser inmortal, imperecedera en su propia epopeya.

Se sentía libre, se sentía invencible.

sábado, 3 de mayo de 2014

Historias sin contar

Te dedico historias que nunca leerás. Historias aplicadas a las sonrisas que me sacas. Pero tú, que siempre pareces tan distante, tan lejana, a veces me pareces extraña. Eres como un barco que va de puerto en puerto, te vas y luego vuelves, te escondes y yo te busco, suena un poco enrreversado, ¿no? Como el juego del ratón y el gato.
Supongo que esa es tu naturaleza, que eres inexorable e intocable... O que te dejas dominar por un miedo inconcluso y por eso huyes. No lo sé, no llego a comprender el por qué de tu comportamiento, aunque eso lo acepté hace tiempo.

miércoles, 16 de abril de 2014

Escena teatral


                                                     A SEGUNDOS DE LA MUERTE

Una habitación a oscuras. En ella, una chica con aspecto demacrado, de pie en el centro de la habitación, lleva una pistola en las manos. Se apunta a la cabeza pero no dispara. Al fondo de la habitación, de entre las sombras,  aparece una chica, pálida y ensangrentada.
Conciencia: Venga, hazlo.
LAURA. (Sobresaltada, deja caer el arma y mira atrás) ¿Quién eres tú?
CONCIENCIA. ¿Yo?... (Se acerca a Laura, despacio, con una sonrisa malévola) Tus miedos y deseos más oscuros (llega a su lado y le susurra al oído) Soy tú, o lo que queda de ti.
(Pausa) Laura se mira fijamente las manos y comprende de quién se trata.
LAURA. ¿Mi conciencia? Pensé que te habías ido hace tiempo.
CONCIENCIA. He estado siempre contigo, te he visto hundirte y desear desaparecer. Te he acompañado en cada momento debilidad, he sido tu sombra.
LAURA. ¿Mi sombra?... (Con rabia) ¿Dónde estabas tú entonces cuando estaba sola?, ¿dónde estabas cuando ya no me quedaba nada?
CONCIENCIA. No soy tu ángel, he estado esperando el momento oportuno para aparecer, ahora, mírame (pausa) (Laura no mira) ¡MÍRAME!
LAURA. (Se da la vuelta y se fija en ella, ve que está llena de sangre y se asusta) ¿Qué has hecho?
CONCIENCIA. Lo que tú no te has atrevido a hacer, disparar.
(Laura mira la pistola, tirada en el suelo)
CONCIENCIA. (Ve que Laura duda, por lo que se acerca a ella, poniendo una postura amable) ¿Vas a dudar ahora?
LAURA. (Con inseguridad) … No sé se quiero hacerlo…
CONCIENCIA. Llevas años deseándolo, lo he visto. Estás cansada de todo, no haces más que dar pasos en falso y destrozarlo todo. Piensa en cómo te sientes. Estás rota, Laura, eres frágil y débil, llevas muerta mucho tiempo, ya no sientes nada salvo esa presión constante en el pecho, que te ahoga. (Pausa) Hazlo.
LAURA. (Al escuchar eso, cae de rodillas) No puedo hacerlo, he luchado demasiado todos estos años, no puedo rendirme ahora.
CONCIENCIA. (Con rabia) No has luchado, solo te has dejado llevar por emociones sin ningún tipo de control. Ahora estás acabada, te han abandonado, jugado contigo, roto … (Laura le interrumpe)
LAURA. ¡Y aún sigo aquí!
CONCIENCIA. ¡Mírate los brazos y dime qué forma de seguir es esa!
Laura se mira los brazos, llenos de cortes, empieza a llorar y coge la pistola.
CONCIENCIA. (Alegre) Eso es, ahora simplemente aprieta ese gatillo, y todo habrá terminado.
LAURA.  (Sin emoción) ¿Todo?, ¿Se irá el dolor, la presión del pecho… Los recuerdos?
CONCIENCIA. Solo tienes que disparar.
(Pausa) (Laura se queda totalmente quieta, mirando el arma que tiene en la mano, empieza a llorar)
LAURA. ¿Tan sola estoy que ni siquiera tú me ayudas?
CONCIENCIA. Yo nunca te he ayudado. No he venido a salvarte, sino a liberarte.
(Laura se lleva la pistola a la cabeza)
LAURA. Supongo que ya no me queda otra salida, (mira fijamente a Conciencia) ¿O queda esperanza?
CONCIENCIA. Deja de engañarte, tu esperanza desapareció en el momento en el que dejaste de sentir algo que no fuese dolor. Quieres hacerlo, por aterrorizada que estés, sabes que ya no queda nada para ti, por eso tienes un arma en tu mano (pausa) por eso estoy yo aquí.
LAURA. (Tras un momento de pausa) No. (Suela el arma)
CONCIENCIA. (Sorprendida) ¿No?
LAURA. No soy tan débil como crees, estoy rota, sí, pero nadie ha podido acabar conmigo. Mi peor enemigo eres tú, ¡siempre que he intentado salir a flote me has vuelto a hundir¡ no eres más que toda la miseria que tengo en mi cabeza.
(Conciencia va hacia el escritorio que hay al lado de la ventada y coge un cuaderno)
CONCIENCIA. (Rabiosa, tira el cuaderno al lado de Laura) Ahí tienes toda tu miseria, todas tus caídas y tus noches sin dormir. No me eches la culpa de todo lo que hay ahí dentro, eso no es más que una verdad que no haces más que intentar ocultar. Deja de mentirte y de culparme, todo esto es obra tuya.
(Laura coge el cuaderno y lo mira, se pone frente a conciencia)
LAURA. (Mostrándole el cuaderno) Esto es lo único que me ha mantenido cuerda mientras tú te dedicabas a torturarme. Siempre que me caía, que lloraba, que no quería ni levantarme de la cama, aparecías tú con todos tus malditos recuerdos para recordarme todas las puñaladas pasadas. (Suelta el cuaderno y coge la pistola, pero esta vez apunta a Conciencia)
CONCIENCIA. (Sonriendo) Oh, así que por fin te has dado cuenta.
LAURA. Eres un monstruo.
CONCIENCIA. No, soy tú, ¿recuerdas? Tu peor pesadilla.
LAURA. Siempre has querido destruirme, no eres más que un demonio sediento de sangre, yo jamás sería tan rastrera.
(Pausa)
CONCIENCIA. No vas a hacerlo.
LAURA. (Con una sonrisa) No me pongas a prueba, no voy a dejar que sigas torturándome.
CONCIENCIA. ¿Y qué vas a hacer sin mí? No puedes matarme, no puedes acabar conmigo.
LAURA. No te necesito, debería haberme enfrentado a ti hace mucho tiempo.
CONCIENCIA. (Se acerca hasta pegar el cañón de las pistola a su cabeza) Adelante, te conozco y sé que no lo harás. Soy tu cabeza, ¿recuerdas?
LAURA. (Pausa) (duda y empieza a bajar el arma) No vas a poder conmigo, vas a quedarte y  ver como consigo superarlo todo.
CONCIENCIA. Mientras yo esté aquí siempre tendrás esa pistola en la mano.
LAURA. (Se dirige hacia la puerta de la habitación, dándole la espalda a Conciencia)
CONCIENCIA. ¡NO PUEDES DESHACERTE DE Mí! Ni esconderte.
(Laura se para en seco, y mira a Conciencia)
LAURA. ¿Sabes? Esta vez voy a ser más fuerte que tú, y te darás cuenta de que soy invencible. (le tira la pistola a Conciencia)  No la voy a volver a necesitar.

(Conciencia se queda mirando el arma que tiene sus pies, con cara de desconcierto, mientras Laura sale de la habitación)

domingo, 13 de abril de 2014

día tras día

No había pensado que volvería a sentir. Durante largo tiempo estuvo quebrada, rota como las hojas de otoño pisadas, incapaz de amar, incapaz de soñar. Era una mera sombra sin ambiciones, impulsada por un corazón palpitante sin emociones, se había convertido en un simple cascarón vacío, frágil.
Se dedicó a respirar el aire contaminado de recuerdos que le hacían entrar en las vastas tierras de su memoria. Campos y montañas inexplorados, llenos del constante movimiento de los enlaces neuronales. Ya no le quedaba nada, no era más que una caricatura de lo que un día fue, sucumbida entre los destellos del sol y las agujas del reloj.
Estaba muerta.
Y ese, era su infierno.

sábado, 11 de enero de 2014

Un juego interminable

Ahí estaba, mirando por la ventana, con mi camisa puesta y el pelo cayéndole por la espalda como una cascada de deseo. Notaba las finas líneas de todo su cuerpo, su cuello, sus caderas, sus piernas… Parecía que estaba diseño para provocar un ardor sofocante en mi.
Me acerqué, la rodeé la cintura con un brazo y la besé el cuello, empezando un juego que sabía que ella no podría rechazar. No podía darse la vuelta, pero notaba como su cuerpo iba reaccionando al roce de mis labios en su piel, a mis suaves mordiscos… La mano que tenía libre empezó a recorrer muy lentamente su cuerpo, subió por una de sus piernas, pasando por sus caderas y llegando hasta sus pechos, donde se quedaron jugueteando lenta y tranquilamente con sus pezones. No quería acelerar las cosas, todavía no era el momento.  
Empezaba a notar sus brazos tensos, clavándome las uñas mientras su respiración no hacía más que acelerarse. Y yo, mientras seguía besando y mordiendo su  cuello, sonreí y fui subiendo hasta el lóbulo de la oreja, lo que provocó que ya no fuesen suspiros lo que salía de su boca, sino leves gemidos. Estaba lista, era el momento de subir de nivel, por lo que bajé mi mano de sus pechos y empecé a descender por su estómago, bajando y bajando, disfrutando de su respiración que, a medida que estaba más cerca, más acelerada era, y al llegar, teniéndola totalmente excitada me quedé ahí, jugueteando, acariciando mientras sus gemidos era cada vez más audibles. No podía darse la vuelta y no estaba dispuesta a parar, quería que me lo pidiese, y al final lo hizo. Cuando ya no podía más la petición que estaba deseando oír salió de sus labios, y se la concedí, mis dedos se introdujeron en ella con una pasión fruto del deseo. Iba al ritmo de sus pulsaciones, bajaba la intensidad cuando las cosas iban demasiado rápido pero en seguida volvía a la rapidez. Al final, cuando estaba al borde del éxtasis gritó, la agarré con fuerza mientras notaba sus uñas haciendo una presión total sobre mi brazo, y no paré, no paré hasta que noté que su cuerpo llegaba al más alto de los placeres.

Cuando acabó la solté, se dio la vuelta y vi esa mirada que tanto me provocaba  que indicaba que ahora, mandaba ella. Me cogió de la cintura y me llevó hasta la cama, tirándome sobre ella con la poca delicadeza que tanto deseaba. El juego no había hecho más que empezar. 

jueves, 2 de enero de 2014

Una noche más

Empezó a recorrer la habitación con la mirada perdida. Analizaba cada cuadro, cada objeto, cada gota de pintura, o eso parecía. Sus ojos no eran más que dos cristales color café que mostraban una profunda tristeza, una fragilidad camuflada en fingida alegría. Eran unos ojos que deseaban olvidar, mostraban un alma que amenazaba con quebrarse en fragmentos cortantes.


¿Qué había pasado? En algún momento había dejado de preocuparse por ocultar ese infinito dolor, en algún momento, simplemente, había dejado de pensar en el amanecer. 
Se miró las manos, ¿esto era todo lo que podía hacer? sentía que había perdido la fuerza, que no podía hacer nada salvo eso, mirar a una nada cada vez más indiscutible, procurando aplacar a todos los monstruos que habitaban en su cabeza y rezando por que en algún momento los días dejasen de teñir el mundo de gris. 

- "¿Podrías hacerlo, sabes?"

- ¿Huir?

- "Dejarlo. Desaparecer"

- No, no puedo. 

¿O si podía?, esa conversación interior la tenía todos los días, era una constante batalla capitaneada por el pasado y el presente, llevada a cabo en lo campos de su memoria. El problema era que tanto el pasado como el presente, eran duros. Los recuerdos eran gotas de sangre esparcidas por las paginas en blanco de la memoria. Y los sueños... Los sueños eran máscaras que llevaban las pesadillas para adentrarse cada noche en su cuerpo. Pero no podía huir, no podía hacer nada salvo luchar.
Dejó su vista posada en un viejo cuaderno, se levantó y lo cogió. Al abrirlo descubrió todas aquellas palabras que su boca no había sido capaz de pronunciar, todos esos gritos silenciosos que se quedaron reinando en el olvido de unas hojas de papel. 
Así se quedo largo rato, acariciando las palabras con aquella mirada en el silencio más escandaloso, fue el ruido de las gotas contra el papel lo que la hizo levantar la mirada y darse cuenta de lo rota que estaba. 

- ¿Sabes? es difícil. 

- "¿Recordar?"

- No poder olvidar, no ser capaz de sacar el nudo que tengo en la garganta, ni de gritar en un silencio que no hace más que molestar. No ser capaz de volver a encontrarme... Sentirme tan sola... Tan frágil. 

Y así se quedó, quieta, rodeándose con los brazos y los puños apretados, soltando todo el veneno que le recorría las venas en unas lágrimas más que conocidas, hablando con la conciencia que en tantas noches la había acompañado. Perdió la noción del tiempo, y cuando miró por la ventana, vio el alba rompiendo el eco de las estrellas. Era la hora de levantarse.
Se secó las lágrimas, y vio el amanecer. Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios. Era una pequeña sonrisa de esperanza, un pequeño boceto de lo que algún día, acompañada de la calidez del sol, esperaba conseguir. 
Así salió de la habitación, con la pequeña promesa de deleitar al universo con una conciencia tranquila. Estaba rota, sí. Pero por muy tristes que estuviesen sus ojos... Era la hora de luchar.

Valentía obligatoria

Nado en busca de un pedazo de tierra al que aferrarme, pero no hay nada, nada a lo que poder sostenerme salvo un amplio mar sin vida. No hay nada... Solo soledad y oscuridad.
Ahora me doy cuenta de que he cambiado, antes estar sola me resultaba, cuanto menos, reconfortante, pero ahora me da miedo, tengo pánico a encontrarme rodeada de gente y no ver una cara conocida, miedo a luchar sola una batalla interminable de incertidumbre. Los recuerdos me producen pesadillas, vivo a base de esperanzas. Me siento perdida, son muy pocas las cosas que tengo seguras, aunque es cierto que por esas pocas cosas pelearé hasta la muerte.
He vuelto a lo mismo, la misma historia desencaminada con toques de alegría. Me siento como una sombra en la pared, inútil, siempre viendo como los demás superan aquello por lo que yo llevo tiempo luchando. Y aún así soy la que sigue buscando un rayo de luz, soy aquella que nunca pierde la esperanza y que siempre, a pesar de todo, se levanta cada día. Incluso hoy, en el día en el que he redescubierto que le tengo miedo a la oscuridad... Y a dormir. No me siento segura, siento que estoy expuesta a los recuerdos contra los que he luchado. Y es curioso, ahora veo que esos recuerdos jamás se fueron, que las heridas que me fueron causadas son más graves de lo que pensaba. Y es que lo di todo, y me utilizó, jugó con un corazón que estaba extremadamente dañado, me cambió, haciendo que pensase que era un monstruo que la estaba destrozando la vida...
Ahora sigo siendo la persona que lo da todo, porque me ilusiono, porque merece la pena intentarlo, porque creo en el amor, y porque al fin y al cabo, arriesgar es la única manera de vencer.
Lucharé, seguiré firme a mi palabra, escribiendo sentimientos quebrados en el lienzo de mi corazón. Sé que el sol sale cada día, que al final todo sale bien... Mi fortaleza convierte el veneno de mi sangre en poesía.

Y hoy, este día, esta noche, a esta triste luna que vigila la ciudad desde su atalaya, solo le pido una cosa... Y es que sería precioso no tener miedo a dormir, a la oscuridad... Curar heridas... Por un vez sería maravilloso.
Estoy cansada de estar sola, demasiadas cargas para un solo cuerpo, demasiada lucha para una edad tan temprana.
Me lanzo y rezó, que mi ángel me cuide hoy, que haga cabalgar a mi alma a lomos de los sueños infinitos. Que por una vez cierre los ojos sin el miedo al abandono. Sin el dolor de la valentía obligatoria.