No había pensado que volvería a sentir. Durante largo tiempo estuvo quebrada, rota como las hojas de otoño pisadas, incapaz de amar, incapaz de soñar. Era una mera sombra sin ambiciones, impulsada por un corazón palpitante sin emociones, se había convertido en un simple cascarón vacío, frágil.
Se dedicó a respirar el aire contaminado de recuerdos que le hacían entrar en las vastas tierras de su memoria. Campos y montañas inexplorados, llenos del constante movimiento de los enlaces neuronales. Ya no le quedaba nada, no era más que una caricatura de lo que un día fue, sucumbida entre los destellos del sol y las agujas del reloj.
Estaba muerta.
Y ese, era su infierno.
domingo, 13 de abril de 2014
día tras día
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