viernes, 8 de agosto de 2014

Descubrimiento

Creo que he llegado al límite de mi armonía, he gastado los pinceles en cuadros baratos e insustanciales que no dicen nada salvo dolor y muerte, y ahora que creo que he llegado a ese límite supero de nuevo las expectativas de niña marchita abriéndome a un teatro en plena función. Empiezo a comprender la grandeza de mi propia alma, pero sigo siendo una montaña rusa sin calificar. Estoy tachada de fracaso absoluto, pero ahora que he abierto la puerta de la jaula que encerraba al lobo, soy libre, una fiera con espíritu de líder, de estrella. He pasado de ser el objetivo de la bala, a ser quién empuña el arma, un cometa arrasador que se alimenta de los aplausos y los focos. Ya no estoy rota, he recompuesto cada leve pedazo de mi ánima para encontrar a un ser grande e indomable que hace del escenario su reino de próspera polifonía.

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