sábado, 11 de enero de 2014

Un juego interminable

Ahí estaba, mirando por la ventana, con mi camisa puesta y el pelo cayéndole por la espalda como una cascada de deseo. Notaba las finas líneas de todo su cuerpo, su cuello, sus caderas, sus piernas… Parecía que estaba diseño para provocar un ardor sofocante en mi.
Me acerqué, la rodeé la cintura con un brazo y la besé el cuello, empezando un juego que sabía que ella no podría rechazar. No podía darse la vuelta, pero notaba como su cuerpo iba reaccionando al roce de mis labios en su piel, a mis suaves mordiscos… La mano que tenía libre empezó a recorrer muy lentamente su cuerpo, subió por una de sus piernas, pasando por sus caderas y llegando hasta sus pechos, donde se quedaron jugueteando lenta y tranquilamente con sus pezones. No quería acelerar las cosas, todavía no era el momento.  
Empezaba a notar sus brazos tensos, clavándome las uñas mientras su respiración no hacía más que acelerarse. Y yo, mientras seguía besando y mordiendo su  cuello, sonreí y fui subiendo hasta el lóbulo de la oreja, lo que provocó que ya no fuesen suspiros lo que salía de su boca, sino leves gemidos. Estaba lista, era el momento de subir de nivel, por lo que bajé mi mano de sus pechos y empecé a descender por su estómago, bajando y bajando, disfrutando de su respiración que, a medida que estaba más cerca, más acelerada era, y al llegar, teniéndola totalmente excitada me quedé ahí, jugueteando, acariciando mientras sus gemidos era cada vez más audibles. No podía darse la vuelta y no estaba dispuesta a parar, quería que me lo pidiese, y al final lo hizo. Cuando ya no podía más la petición que estaba deseando oír salió de sus labios, y se la concedí, mis dedos se introdujeron en ella con una pasión fruto del deseo. Iba al ritmo de sus pulsaciones, bajaba la intensidad cuando las cosas iban demasiado rápido pero en seguida volvía a la rapidez. Al final, cuando estaba al borde del éxtasis gritó, la agarré con fuerza mientras notaba sus uñas haciendo una presión total sobre mi brazo, y no paré, no paré hasta que noté que su cuerpo llegaba al más alto de los placeres.

Cuando acabó la solté, se dio la vuelta y vi esa mirada que tanto me provocaba  que indicaba que ahora, mandaba ella. Me cogió de la cintura y me llevó hasta la cama, tirándome sobre ella con la poca delicadeza que tanto deseaba. El juego no había hecho más que empezar. 

jueves, 2 de enero de 2014

Una noche más

Empezó a recorrer la habitación con la mirada perdida. Analizaba cada cuadro, cada objeto, cada gota de pintura, o eso parecía. Sus ojos no eran más que dos cristales color café que mostraban una profunda tristeza, una fragilidad camuflada en fingida alegría. Eran unos ojos que deseaban olvidar, mostraban un alma que amenazaba con quebrarse en fragmentos cortantes.


¿Qué había pasado? En algún momento había dejado de preocuparse por ocultar ese infinito dolor, en algún momento, simplemente, había dejado de pensar en el amanecer. 
Se miró las manos, ¿esto era todo lo que podía hacer? sentía que había perdido la fuerza, que no podía hacer nada salvo eso, mirar a una nada cada vez más indiscutible, procurando aplacar a todos los monstruos que habitaban en su cabeza y rezando por que en algún momento los días dejasen de teñir el mundo de gris. 

- "¿Podrías hacerlo, sabes?"

- ¿Huir?

- "Dejarlo. Desaparecer"

- No, no puedo. 

¿O si podía?, esa conversación interior la tenía todos los días, era una constante batalla capitaneada por el pasado y el presente, llevada a cabo en lo campos de su memoria. El problema era que tanto el pasado como el presente, eran duros. Los recuerdos eran gotas de sangre esparcidas por las paginas en blanco de la memoria. Y los sueños... Los sueños eran máscaras que llevaban las pesadillas para adentrarse cada noche en su cuerpo. Pero no podía huir, no podía hacer nada salvo luchar.
Dejó su vista posada en un viejo cuaderno, se levantó y lo cogió. Al abrirlo descubrió todas aquellas palabras que su boca no había sido capaz de pronunciar, todos esos gritos silenciosos que se quedaron reinando en el olvido de unas hojas de papel. 
Así se quedo largo rato, acariciando las palabras con aquella mirada en el silencio más escandaloso, fue el ruido de las gotas contra el papel lo que la hizo levantar la mirada y darse cuenta de lo rota que estaba. 

- ¿Sabes? es difícil. 

- "¿Recordar?"

- No poder olvidar, no ser capaz de sacar el nudo que tengo en la garganta, ni de gritar en un silencio que no hace más que molestar. No ser capaz de volver a encontrarme... Sentirme tan sola... Tan frágil. 

Y así se quedó, quieta, rodeándose con los brazos y los puños apretados, soltando todo el veneno que le recorría las venas en unas lágrimas más que conocidas, hablando con la conciencia que en tantas noches la había acompañado. Perdió la noción del tiempo, y cuando miró por la ventana, vio el alba rompiendo el eco de las estrellas. Era la hora de levantarse.
Se secó las lágrimas, y vio el amanecer. Una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios. Era una pequeña sonrisa de esperanza, un pequeño boceto de lo que algún día, acompañada de la calidez del sol, esperaba conseguir. 
Así salió de la habitación, con la pequeña promesa de deleitar al universo con una conciencia tranquila. Estaba rota, sí. Pero por muy tristes que estuviesen sus ojos... Era la hora de luchar.

Valentía obligatoria

Nado en busca de un pedazo de tierra al que aferrarme, pero no hay nada, nada a lo que poder sostenerme salvo un amplio mar sin vida. No hay nada... Solo soledad y oscuridad.
Ahora me doy cuenta de que he cambiado, antes estar sola me resultaba, cuanto menos, reconfortante, pero ahora me da miedo, tengo pánico a encontrarme rodeada de gente y no ver una cara conocida, miedo a luchar sola una batalla interminable de incertidumbre. Los recuerdos me producen pesadillas, vivo a base de esperanzas. Me siento perdida, son muy pocas las cosas que tengo seguras, aunque es cierto que por esas pocas cosas pelearé hasta la muerte.
He vuelto a lo mismo, la misma historia desencaminada con toques de alegría. Me siento como una sombra en la pared, inútil, siempre viendo como los demás superan aquello por lo que yo llevo tiempo luchando. Y aún así soy la que sigue buscando un rayo de luz, soy aquella que nunca pierde la esperanza y que siempre, a pesar de todo, se levanta cada día. Incluso hoy, en el día en el que he redescubierto que le tengo miedo a la oscuridad... Y a dormir. No me siento segura, siento que estoy expuesta a los recuerdos contra los que he luchado. Y es curioso, ahora veo que esos recuerdos jamás se fueron, que las heridas que me fueron causadas son más graves de lo que pensaba. Y es que lo di todo, y me utilizó, jugó con un corazón que estaba extremadamente dañado, me cambió, haciendo que pensase que era un monstruo que la estaba destrozando la vida...
Ahora sigo siendo la persona que lo da todo, porque me ilusiono, porque merece la pena intentarlo, porque creo en el amor, y porque al fin y al cabo, arriesgar es la única manera de vencer.
Lucharé, seguiré firme a mi palabra, escribiendo sentimientos quebrados en el lienzo de mi corazón. Sé que el sol sale cada día, que al final todo sale bien... Mi fortaleza convierte el veneno de mi sangre en poesía.

Y hoy, este día, esta noche, a esta triste luna que vigila la ciudad desde su atalaya, solo le pido una cosa... Y es que sería precioso no tener miedo a dormir, a la oscuridad... Curar heridas... Por un vez sería maravilloso.
Estoy cansada de estar sola, demasiadas cargas para un solo cuerpo, demasiada lucha para una edad tan temprana.
Me lanzo y rezó, que mi ángel me cuide hoy, que haga cabalgar a mi alma a lomos de los sueños infinitos. Que por una vez cierre los ojos sin el miedo al abandono. Sin el dolor de la valentía obligatoria.