miércoles, 24 de abril de 2013

Una sombra en la pared

Siento que no soy más que una sombra proyectada en la pared. Siempre viviendo en lo bajo, siendo los demás los que se llevan la felicitación o la alegría pero, ¿y yo?. Siempre se me ha juzgado por mis notas y comparado con mis amigos, y lo cierto es que yo nunca he sido una estudiante excepcional, aunque eso no marca mi inteligencia... Pero eso no lo ven.
Es mucho más facil felicitar al que lo hace bien que animar al que lo hace mal pero se esfuerza. Y ya estoy cansada, quiero demostrar que valgo tanto o más como los otros, y quiero brillar, quiero ser alguien.
Puede que sea una persona con un sueño demasiado grande, pero ese sueño es lo que me impulsa a seguir cada día, porque quiero desmostrarles a todos los que dijeron que no podría conseguirlo, que lo he hecho, que con mi esfuerzo he llegado hasta la mismísima cima y que he tocado el cielo.
Por una vez siento que valgo para algo. Por una vez me siento infinita, indestructible. Y nadie me arrebatará eso.
Ya me he cansado de ser la que vive en las sombras, ya me he cansado de ser siempre la peor, se acabó. Esta vez les demostraré a todos que valgo para algo, que puedo ser alguien.

lunes, 22 de abril de 2013

Dioses y hombres P.2

Hombres

El campo era una vasta planicie verde que rebosaba de intranquilidad. Nada se oía, ni el cantar de los pájaros, ni el hablar de los hombres, sólo silencio. Un silencio ahogado por la respiración de los caballos.
Los hombres se encontraban en un extremo de la pradera, la vanguardia sobre unos grandes caballos de batalla y la retaguardia cubierta con hombres a pie que sostenían espadas, escudos y arcos. Se preparaban para la batalla.
Estaban inquietos, los caballos relinchaban y los hombres cada vez tenían la respiración más agitada, las lanzas chocaban contra los escudos y el silencio cada vez se hacía más intenso. Sólo una persona esperaba tranquila, con la seguridad y serenidad de un león.
El rey que comandaba a sus ejércitos se encontraba seguro sobre su caballo, adelantado al resto de los hombres y con sus vasallos de mayor confianza a sus lados.
Mientras sostenía las riendas de forma firme pensaba en la batalla que se avecinaba, y en sus ojos cruzó un rayo de tristeza.
El rey no era partidario de aquella guerra, no le gustaba tener que arrancarle la vida a personas inocentes por pura codicia, pero no le habían dejado alternativa. Cuando invadieron sus tierras envió una advertencia al atacante, "El conquistador" se hacía llamar, pero éste no hizo caso y siguió invadiendo, pretendía hacerse con todo el reino y cuando sus ciudadanos empezaron a correr peligro, el rey se vio obligado a llamar a sus banderizos para defender su reino.
No le gustaba aquello, siempre había sido una persona fiel a los dioses y era consciente de que no se debía derramar sangre en esas tierras. Pero no le habían dejado ninguna opción.
El conquistador apareció en el otro extremo de campo. Los dioses tendrían que esperar, no podía estar distraído. Levantó la espada y con un golpe de talón inició el galope con todo su ejército a sus espaldas.

Dioses y hombres P.1

Dioses

Nunca el viento había soplado de una forma tan salvaje y cruel, parecía que los dioses estaban castigando a los mortales paganos con una ráfaga que rugía entre los muros de los castillos y las casas. Esas tierras habían sido regadas con sangre y ahora los hombres recogían lo que habían sembrado en forma de lluvia, viento y trueno.
No se debía ofender a los dioses, el oráculo había sido claro con los hombres; no debían manchar la tierra durante ese ciclo lunar, había sido claro, una predicción que formaba una advertencia de las deidades. Pero los hombres son arrogantes y ya no oyen las palabras de los sagrados en el viento, no ven su poder en el agua, ya no les atribuyen los frutos de primavera ni piden piedad por las nieves del invierno. Se ignoraban sus voces y ahora los hombres mortales e insensatos, preocupados por las guerras de carne y hueso, habían ensuciado una tierra sagrada causando una furia por la que tendrían que pagar.
Ellos habían sido buenos con los hombres, les habían dado una tierra en la que vivir, un futuro próspero en que lo tenían todo. Pero los humanos, se corrompen con facilidad. Ignoraron los regalos y los dones que les había sido concedidos, se volvieron codiciosos y ambiciosos, desolaron la tierra que se les había otorgado y con cada hueso roto perdían cada vez más los vestigios de su humanidad, con cada gota de sangre los dioses se sentían ofendidos porque sus creaciones no sabían aprovechar lo que tenían. Y con cada cráneo partido, su furia crecía.
Ahora, los hombres se hallaban en medio de una guerra, bañando los campos sagrados con sangre y acrecentando la ira de los dioses

jueves, 11 de abril de 2013

Luna sin estrellas

Tristeza es la palabra que me define desde hace días, y es que anhelo como eran las cosas hace unas semanas. Antes reía conmigo, se mostraba cariñosa como si fuera el amor de su vida. Pero ahora, ¿qué queda ahora? Conversaciones vacías, sin gestos de amor...

Quiero que sea feliz, pero yo también necesito estar bien y últimamente la tristeza parece ser el lema de mi vida. Me siento sola, no soy más que una luna en un cielo sin estrellas... El dolor no hace más que salir de mis ojos y soy incapaz de ponerme la máscara de felicidad. No me quedan fuerzas para fingir estar bien. Pero guardo la esperanza de que las cosas volverán a cambiar,  quiero creer que volverá a mirarme con el amor que había antes en sus ojos, que volverá a buscar el tacto de mi piel con abrazos...

La vida sin su sonrisa me parece fría y gris. Necesito volver a ver el cariño que antes me mostraba... Sentir felicidad al verla y no una profunda tristeza por ver que en su cara no hay más que una profunda seriedad.
Me siento sola, perdida en un mar de gente dónde ella es el faro que me ilumina.... Un faro que desde hace semanas está apagado... Desierto.