Cada día pienso más en lo que podría haber pasado entre los dos, y es que me duele reconocer que no dejo de pensar en ti aunque lo único que hicieras fuera cubrirme con palabras bonitas y promesas realmente vacías. No sé lo que siento por ti, a veces te quiero, a veces te odio, pero es verdad que pienso en ti…. Que pienso más de lo que te mereces en ti.
El problema es que soy demasiado orgullosa como para aceptar que sufro por tu culpa, el problema es que el orgullo me impide mostrar debilidad por lo que pueda sentir hacia ti. Es por eso que por cada vez que tu nombre es pronunciado cuatro lágrimas caen de mis pupilas, pero siempre en silencio, siempre en soledad para no mostrar el daño que me has hecho y a sí intentar conseguir aliviar las punzadas que siento cuando utilizan tu desgracia como objeto de burla o de entretenimiento.
Supongo que después de todo siento algo por ti, aunque solo sea el cariño más superficial del mundo, sé que hay algo dentro de mí que se preocupa por encerrarse tras un muro de piedra donde pase inadvertido cada vez que escucho tu nombre o las noticias sobre ti llegan a mis oídos. Tu nunca vas a leer esto, porque nunca te conté de su existencia, y ahora me alegro de no haberlo hecho pues sé que desear verte fue un error del que ahora me arrepiento y pago con ráfagas de tristeza.
Y voy a confesar, que es aquí donde no me oculto, donde soy tal y como siempre he sido, sin máscaras, ni camuflaje, ni nada. Por eso, ya que es aquí donde no me escondo, te diré, Gabriel, que todavía hoy, después del tiempo que ha pasado, sigo pensando en lo que podría haber pasado entre tú y yo, en lo que podríamos haber vivido si tus palabras se hicieran realidad, y si tus frases de cariño hubiesen sido de verdad...

te odio por los falsos "te quiero". Te quiero porque me sentía viva con tus palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario