martes, 26 de agosto de 2014

Cambio positivo

Llevo años escribiendo las baladas nocturnas de los búhos, soñando con grandes escenarios y utilizando la prosa como escape y encanto.
En el punto en el que estoy puedo escribir las palabras más bonitas de mundo: el alzar de un amanecer indecoroso o una melodía de piano perfectamente acompasada. Puedo apuntar el drama: los versos rotos de un poeta sin musa, unos ojos sin alma en las pupilas, o una lágrima de sangre huyendo de las venas. Pero no ahora, en este punto solo quiero escribir de paradójico de la vida, de una sonrisa que pide deseos a una estrella fugaz... Y es que el tiempo nos cambia, ¿verdad?.

Antes, destruida por miradas arrogantes y puñales escondidos tras la espalda, hundida y ubicada en su propia desesperación. Ahora... Bueno, ahora se ha liberado de sus fantasmas y ha tocado el cielo.
No quiero escribir sobre el amor, sino sobre la superación. Porque yo he conseguido juntar los pedazos rotos de mi ser y unirlos, sin muros, sin ser una roca, sin insensibilidad, a pesar de que haya días en los que la melancolía sea el fruto de mi vida. No soy drama, ni comedia. Dependiendo del día puedo ser sátira o cantar de gesta.
Dependiendo del sonido, clásica o triste balada.

He resultado ser la mezcla de mi pasado y mi presente, un puzzle bien formado que encaja en el resto de las situaciones. Y no es cuestión de amor, ni de valor, solo es una voluntad de cambio positivo permanente. Porque al final, sin esa voluntad positiva, ningún amor sería capaz de estar en mi corazón

viernes, 8 de agosto de 2014

Descubrimiento

Creo que he llegado al límite de mi armonía, he gastado los pinceles en cuadros baratos e insustanciales que no dicen nada salvo dolor y muerte, y ahora que creo que he llegado a ese límite supero de nuevo las expectativas de niña marchita abriéndome a un teatro en plena función. Empiezo a comprender la grandeza de mi propia alma, pero sigo siendo una montaña rusa sin calificar. Estoy tachada de fracaso absoluto, pero ahora que he abierto la puerta de la jaula que encerraba al lobo, soy libre, una fiera con espíritu de líder, de estrella. He pasado de ser el objetivo de la bala, a ser quién empuña el arma, un cometa arrasador que se alimenta de los aplausos y los focos. Ya no estoy rota, he recompuesto cada leve pedazo de mi ánima para encontrar a un ser grande e indomable que hace del escenario su reino de próspera polifonía.