miércoles, 16 de abril de 2014

Escena teatral


                                                     A SEGUNDOS DE LA MUERTE

Una habitación a oscuras. En ella, una chica con aspecto demacrado, de pie en el centro de la habitación, lleva una pistola en las manos. Se apunta a la cabeza pero no dispara. Al fondo de la habitación, de entre las sombras,  aparece una chica, pálida y ensangrentada.
Conciencia: Venga, hazlo.
LAURA. (Sobresaltada, deja caer el arma y mira atrás) ¿Quién eres tú?
CONCIENCIA. ¿Yo?... (Se acerca a Laura, despacio, con una sonrisa malévola) Tus miedos y deseos más oscuros (llega a su lado y le susurra al oído) Soy tú, o lo que queda de ti.
(Pausa) Laura se mira fijamente las manos y comprende de quién se trata.
LAURA. ¿Mi conciencia? Pensé que te habías ido hace tiempo.
CONCIENCIA. He estado siempre contigo, te he visto hundirte y desear desaparecer. Te he acompañado en cada momento debilidad, he sido tu sombra.
LAURA. ¿Mi sombra?... (Con rabia) ¿Dónde estabas tú entonces cuando estaba sola?, ¿dónde estabas cuando ya no me quedaba nada?
CONCIENCIA. No soy tu ángel, he estado esperando el momento oportuno para aparecer, ahora, mírame (pausa) (Laura no mira) ¡MÍRAME!
LAURA. (Se da la vuelta y se fija en ella, ve que está llena de sangre y se asusta) ¿Qué has hecho?
CONCIENCIA. Lo que tú no te has atrevido a hacer, disparar.
(Laura mira la pistola, tirada en el suelo)
CONCIENCIA. (Ve que Laura duda, por lo que se acerca a ella, poniendo una postura amable) ¿Vas a dudar ahora?
LAURA. (Con inseguridad) … No sé se quiero hacerlo…
CONCIENCIA. Llevas años deseándolo, lo he visto. Estás cansada de todo, no haces más que dar pasos en falso y destrozarlo todo. Piensa en cómo te sientes. Estás rota, Laura, eres frágil y débil, llevas muerta mucho tiempo, ya no sientes nada salvo esa presión constante en el pecho, que te ahoga. (Pausa) Hazlo.
LAURA. (Al escuchar eso, cae de rodillas) No puedo hacerlo, he luchado demasiado todos estos años, no puedo rendirme ahora.
CONCIENCIA. (Con rabia) No has luchado, solo te has dejado llevar por emociones sin ningún tipo de control. Ahora estás acabada, te han abandonado, jugado contigo, roto … (Laura le interrumpe)
LAURA. ¡Y aún sigo aquí!
CONCIENCIA. ¡Mírate los brazos y dime qué forma de seguir es esa!
Laura se mira los brazos, llenos de cortes, empieza a llorar y coge la pistola.
CONCIENCIA. (Alegre) Eso es, ahora simplemente aprieta ese gatillo, y todo habrá terminado.
LAURA.  (Sin emoción) ¿Todo?, ¿Se irá el dolor, la presión del pecho… Los recuerdos?
CONCIENCIA. Solo tienes que disparar.
(Pausa) (Laura se queda totalmente quieta, mirando el arma que tiene en la mano, empieza a llorar)
LAURA. ¿Tan sola estoy que ni siquiera tú me ayudas?
CONCIENCIA. Yo nunca te he ayudado. No he venido a salvarte, sino a liberarte.
(Laura se lleva la pistola a la cabeza)
LAURA. Supongo que ya no me queda otra salida, (mira fijamente a Conciencia) ¿O queda esperanza?
CONCIENCIA. Deja de engañarte, tu esperanza desapareció en el momento en el que dejaste de sentir algo que no fuese dolor. Quieres hacerlo, por aterrorizada que estés, sabes que ya no queda nada para ti, por eso tienes un arma en tu mano (pausa) por eso estoy yo aquí.
LAURA. (Tras un momento de pausa) No. (Suela el arma)
CONCIENCIA. (Sorprendida) ¿No?
LAURA. No soy tan débil como crees, estoy rota, sí, pero nadie ha podido acabar conmigo. Mi peor enemigo eres tú, ¡siempre que he intentado salir a flote me has vuelto a hundir¡ no eres más que toda la miseria que tengo en mi cabeza.
(Conciencia va hacia el escritorio que hay al lado de la ventada y coge un cuaderno)
CONCIENCIA. (Rabiosa, tira el cuaderno al lado de Laura) Ahí tienes toda tu miseria, todas tus caídas y tus noches sin dormir. No me eches la culpa de todo lo que hay ahí dentro, eso no es más que una verdad que no haces más que intentar ocultar. Deja de mentirte y de culparme, todo esto es obra tuya.
(Laura coge el cuaderno y lo mira, se pone frente a conciencia)
LAURA. (Mostrándole el cuaderno) Esto es lo único que me ha mantenido cuerda mientras tú te dedicabas a torturarme. Siempre que me caía, que lloraba, que no quería ni levantarme de la cama, aparecías tú con todos tus malditos recuerdos para recordarme todas las puñaladas pasadas. (Suelta el cuaderno y coge la pistola, pero esta vez apunta a Conciencia)
CONCIENCIA. (Sonriendo) Oh, así que por fin te has dado cuenta.
LAURA. Eres un monstruo.
CONCIENCIA. No, soy tú, ¿recuerdas? Tu peor pesadilla.
LAURA. Siempre has querido destruirme, no eres más que un demonio sediento de sangre, yo jamás sería tan rastrera.
(Pausa)
CONCIENCIA. No vas a hacerlo.
LAURA. (Con una sonrisa) No me pongas a prueba, no voy a dejar que sigas torturándome.
CONCIENCIA. ¿Y qué vas a hacer sin mí? No puedes matarme, no puedes acabar conmigo.
LAURA. No te necesito, debería haberme enfrentado a ti hace mucho tiempo.
CONCIENCIA. (Se acerca hasta pegar el cañón de las pistola a su cabeza) Adelante, te conozco y sé que no lo harás. Soy tu cabeza, ¿recuerdas?
LAURA. (Pausa) (duda y empieza a bajar el arma) No vas a poder conmigo, vas a quedarte y  ver como consigo superarlo todo.
CONCIENCIA. Mientras yo esté aquí siempre tendrás esa pistola en la mano.
LAURA. (Se dirige hacia la puerta de la habitación, dándole la espalda a Conciencia)
CONCIENCIA. ¡NO PUEDES DESHACERTE DE Mí! Ni esconderte.
(Laura se para en seco, y mira a Conciencia)
LAURA. ¿Sabes? Esta vez voy a ser más fuerte que tú, y te darás cuenta de que soy invencible. (le tira la pistola a Conciencia)  No la voy a volver a necesitar.

(Conciencia se queda mirando el arma que tiene sus pies, con cara de desconcierto, mientras Laura sale de la habitación)

domingo, 13 de abril de 2014

día tras día

No había pensado que volvería a sentir. Durante largo tiempo estuvo quebrada, rota como las hojas de otoño pisadas, incapaz de amar, incapaz de soñar. Era una mera sombra sin ambiciones, impulsada por un corazón palpitante sin emociones, se había convertido en un simple cascarón vacío, frágil.
Se dedicó a respirar el aire contaminado de recuerdos que le hacían entrar en las vastas tierras de su memoria. Campos y montañas inexplorados, llenos del constante movimiento de los enlaces neuronales. Ya no le quedaba nada, no era más que una caricatura de lo que un día fue, sucumbida entre los destellos del sol y las agujas del reloj.
Estaba muerta.
Y ese, era su infierno.