- "¿Qué harás ahora? La estás perdiendo, sin ella estás perdida"
- Puedo recuperarla
- "¿Enserio? Cada vez se aleja más, cada vez el dolor es mayor."
- La necesito... Haré lo que sea por recuperarla.
- "Vamos, déjalo. Llevas muchos años viviendo en el dolor. Vuelve conmigo"
- ¿Para qué Soledad? ¿Para volver a perderme en tu oscuridad? ¿Para volver a no verle el sentido a nada? No... Ella me salva de ti.
- "Ella está cada vez más lejos de ti. Creciste en la oscuridad. Olvídala, ríndete y ven"
- No... No puedo rendirme, tengo que seguir.
- "¿Por qué sigues luchando? Aún cuando ves que tu vida se desmorona te resistes ¿por qué? ¿Qué te hace seguir fuerte?"
- Ella
- "¿Incluso cuando ves que la pierdes? ¿Por qué?"
- Porque la quiero. Porque es su sonrisa lo que me aleja de ti... Es mi luz
martes, 26 de marzo de 2013
Luz y oscuridad
lunes, 25 de marzo de 2013
Retorno
Oscuridad, vieja enemiga. ¿Vienes a llevarme otra vez entre tus brazos de soledad?...
Tengo a mi propio rayo de luz que se encarga de disipar todo ese mal, pero a veces es ese rayo el que se torna en dolor. Es la razón de mi luz pero también la de mi oscuridad, porque me odio a mi misma cada vez que sé que la he hecho sufrir. Y es que el dolor que me causa hacerla ese mal no puedo curarlo con facilidad. Son sus besos los que curan las viejas heridas de mi alma, y sus lamentos los que llaman al demonio que llevo dentro y que me tortura.
Prometí no hacer que sufriera, ¿y si no lo consigo? Se supone que he de ser la razón de su sonrisa, no de su llanto.
Por muchas lágrimas que yo derrame... Por mucho que me duela saber ciertas cosas, ella sigue siendo el motivo de mi felicidad. Y lucharé por su sonrisa, aunque me lleve la vida.
martes, 19 de marzo de 2013
El sonido de sus dedos
Se quedó apoyada en el marco de la puerta sin hacer ningún ruido, obsevándola en un ensimismamiento que sólo su música era capaz de lograr.
Ella estaba ahí, concentrada mientras sus dedos acariciaban con rapidez las teclas del piano. Era mágico, parecía que nada podía perturbar la paz que se creaba cuando tocaba. Eso la gustaba, la música era su don, cada vez que la veía al piano sentía un torrente de emociones que no veía capaz de controlar. Y eso, la hacía sonreír.
Era increíble, no podía evitar mirarla con una fascinación aduladora. Era perfecta, perfecta para ella. Supo ver a través de su oscuridad y su soledad para llegar a descubrir la belleza de su alma. Fue la musa de sus sueños desde el primer día en que vio sus ojos esmeralda.
Se acercó a ella, y sin que pudiera oirla la abrazó, ella se sobresaltó pero antes de que pudiese decir nada la puso una rosa roja ante sus ojos y ella, sorprendida, la miró a los ojos y la besó, mostrando en ese gesto todo lo que sentía.