martes, 23 de octubre de 2012

Buenos días princesa


Estaba sentada en el marco de la ventana, observando como la gente corría de un lado para otro, cada uno metido en su mundo particular.
Cuando giré la cabeza me encontré con la imagen más bella que mi vista haya podido ver alguna vez. Tumbada en la cama estaba ella, tapada únicamente por una fina sabana blanca, mientras los rayos de sol la acariciaban las partes del cuerpo que tenía al descubierto. Tenía los ojos cerrados y su cara no mostraba el menor atisbo de preocupación, dormía en la paz más absoluta.
Me encantaba verla dormir, era como observar al ser más bello de la tierra en su mayor estado de tranquilidad, me relajaba. Su respiración era pausada, el pecho se movía lenta y tranquilamente de arriba abajo, y el pelo le caía por un hombro....

No se como llegué a conseguir al ángel que yacía en mi cama, de entre todas las personas que podía haber elegido se quedó conmigo, con la niña triste y sola. Recuerdo que me enamoró desde el primer momento en que la vi, con esa sonrisa mágica que podría iluminar incluso al corazón más oscuro. El como llegamos de ese momento a este, solo Dios lo sabe ya que pasó sin ningún tipo de esfuerzo.
No se como la conseguí, pero de lo que si que estoy segura es de que no pienso dejarla marchar, es lo mejor que tengo y que he tenido nunca, desde el día en el que me besó bajo la lluvia tengo claro que no quiero a ninguna otra persona que no sea ella. Es el sol que me ha iluminado, la razón por la que me levanto cada mañana y lo último en lo que pienso cada noche. Es el amor de mi vida y doy gracias al destino por haberla puesto en mi camino.

...Me levanté y me aproxime a ella, me senté en la cama y con mucho cuidado deslicé mis dedos para quitarla el pelo que le caía por el cuello y ponérselo tras la oreja, la besé suavemente el hombro que tenía descubierto y la susurré al oído buenos días princesa, ella sonrió, abrió los ojos y se quedó así, mirándome. Yo no podía dejar de mirar esos ojos color esmeralda que tanto me habían hechizado, mi corazón me pedía que la besara pero estaba ensimismada en su mirada. Ella, que parecía ser capaz de adivinar lo que yo quería me acercó, y sin decir ni media palabra me besó con la ternura más infinita, demostrándome con aquel gesto que me amaba  y que no estaba dispuesta a dejarme escapar. 

1 comentario:

  1. ...mi niña triste y sola...el amor que recibes no es otro más que el mismo que tú das...tu princesa te estaba esperando al otro lado de la ventana, solo tenías que abrirla y respirar...respirar de ella...te quiero mucho

    La tía

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