martes, 26 de abril de 2011

despedida prematura

Me has mentido, me has utilizado como has querido con palabras bonitas y promesas que ahora veo que estaban vacías.
Yo te he creído, he creído todo lo que me has dicho, cada una de tus necias palabras… pensaba que decías la verdad cuando me dijiste que me querías, que no podías aguantar ni un segundo más para verme y besarme… y lo peor, es que yo me lo he creído absolutamente todo, he sido una estúpida que se ha hecho ilusiones al pensar que en esas palabras había sinceridad. ¿Eso es lo que he sido para ti, no?, una estúpida con la que has podido jugar como has querido.
Y ahora mismo me odio a mi misma por estar derrochando lágrimas por ti, la ilusión que gracias a ti iluminó mis ojos se ha desvanecido de manera que ahora vuelvo a verlo todo negro.
Y lo peor de todo esto es que sigo ilusionándome cuando veo tu nombre, lo peor es que sigo cogiendo corriendo el teléfono cuando lo escucho pensando que eres tú… pero eso se acabó, volveré  a poner los parches que tapaban las heridas de mi corazón y dejaré de llorar por alguien como tú.
Ahora veo lo engañada que estaba… solo espero que recibas lo que te mereces por utilizar así a las personas. Ya puedes buscarte otro juguete al que romper, porque con este corazón no volverás a jugar jamás. 
Ojala todo fuera tan sencillo como deshojar una margarita mientras repites me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…  

miércoles, 13 de abril de 2011

La perfecta imperfección

No soy perfecta, la perfección no es más que la perfecta imperfección.
La gente puede descubrir mis defectos, puede atacarme intentando destruirme de esa manera tan  superficial  sin éxito alguno. Su victoria será efímera, se esfumará a la mínima posibilidad, sin dar posibilidad al llanto ni a la conformidad.
Abrazo mis defectos porque me juré que no dejaría de ser quien era, que no cambiaría, por esa razón no dejo que palabras ingenuas ataquen mis defensas. Nadie podrá derrumbarme, soy un alma apaciguada por el sonido de tu voz que busca la libertad. Soy una persona que dice lo que piensa buscando refugio entre los párrafos escritos con la tinta de un corazón solitario.
Y es que fue hace años cuando decidí ignorar las habladurías superficiales.
Tengo mil y un defectos, soy probablemente una de las personas más pesimistas que hay en esta tierra desolada. Pero tengo otras mil quinientas virtudes que han impedido que en las noches en las que la soledad me desafía me aproxime a ella para rendirme y dejarme llevar por la oscuridad.
Es ahora, en una habitación escuchando las rimas que salen de mi auricular cuando decido olvidarme de todo sufrimiento y dejarme llevar  abriendo mis alas de libertad para volar a un lugar en el que la superficialidad no es más que una visión desenfocada.
No pienso seguir callada solo por que haya voces que me lo impidan. No pienso seguir atada con las mil cadenas que llevan cubriendo años mi alma con un manto de soledad solo por que lo que digo no es lo que esas personas quieren oír.
Es la hora de cabalgar en la rebeldía, de no querer acabar siendo igual que todos esos ilusos incapaces de decir nada sin el permiso de la sociedad. Es la hora  de quitarse los escombros que llevo conmigo para dejar de navegar en el mar de los recuerdos.
Porque este es el momento de alzar el puño y escupir lo que me pudre el interior para, a sí, poder acabar con la perfección que algunas personas persiguen incapaces de ver, que la perfección, solo es la perfecta imperfección.