Llueve, tengo el revolver agarrado fuertemente en la mano, la duda me absorbe y hace que sea incapaz de pensar nada con total claridad, pero respiro y junto a las lágrimas del cielo me esfuerzo en pensar.
Si aprieto el gatillo todo el dolor engendrado tras todos estos años se ira, rápido, indoloro, se desvanecerá como el humo de un cigarrillo encendido. La pesada carga que me ha estado acompañando durante tanto tiempo morirá, y ya no habrá razón para seguir preocupándose por la culpabilidad y por recuerdos pasajeros que acechan constantemente mi mente como un león a su presa.
Simplemente un movimiento del dedo y las preciadas gotas escarlata caerán sin hacer mención alguna. Pero, ¿vale la pena apretar el gatillo?, ¿vale la pena rendirse ahora y terminar con todo solo por un instante de flaqueza? No, la idea resulta lo suficientemente tentadora como para estar apuntándome con un arma en la cabeza, pero no es lo suficientemente buena como para poner un punto y final.
La muerte no es una solución, nunca lo ha sido, y nunca lo será. Tan solo es una vía rápida de escape para todo aquel incapaz de luchar por nada, para todo aquel que precie llamarse cobarde.
La vida, es un regalo que no se puede desperdiciar, por muchos golpes y muchos llantos que puedas derrochar siempre hay que levantarse, una y otra, y otra vez, esa es la diferencia entre los fuertes y los débiles. Todo lo marca esa decisión, ¿apretar o no el gatillo? En mi caso, yo he decidido no apretarlo.
Eso no serviría de nada y todavía tengo mil experiencias de las que me acordare con orgullo y que me quedan por vivir. Sonrisas, amistad, amor, libertad… Conceptos que hacen de este mundo imperfecto un lugar maravilloso, conceptos que marcan la vida constantemente con su ritmo continuo, como el tic- tac imparable del reloj, o el persistente latido del corazón.
Llueve, por fin he podido reflexionar sin tener fantasmas a mí alrededor, recuerdos y pensamientos que me producen una tortura continua. Este planteamiento ya no tiene sentido, por lo que dejo que el revolver se resbale de mi mano y choque contra el suelo. Así yo podré seguir caminando bajo la lluvia, así podré seguir andando siempre hacia delante.

