lunes, 21 de noviembre de 2011

ni príncipes ni princesas

Los veo ahí, juntos, agarrados de la mano mientras pasean y no puedo evitar sentir envidia.
Ellos tienen lo que yo llevo buscando y deseando años, lo sueño, sueño con el amor y con él, por eso siento unos celos que de nada sirven y que lo único que consiguen es llevarme a la melancolía.
Parejas, son el símbolo del amor perpetuo que se forma entre ellos, personas que han conocido a alguien con quien compartir sus ideas y deseos, con quien poder contemplar el sol naciente junto a un calido abrazo. Es una suerte que no todos conseguimos poseer, la buscamos, e incluso la rozamos pero al final solo es eso, un intento fracasado de conseguir lo que esas personas tienen. El amor.
Han sido escasos los momentos que he tenido para sentirlo, y han acabado en un dolor abrumador del que no quiero recordar ni tan poco sentir de nuevo. Pero la cuestión es que después de haber tenido que aguantar penas y condenas veo la felicidad a mi alrededor, mentiría si dijera que soy plenamente feliz, pero tan poco sería sincera si no admitiera que he salido de ese pozo sin fondo del que me encontraba y que cada vez lo veo todo con más claridad, con un optimismo renovado y una visión de la situación mas colorida.
No puedo llamar amor al creciente cariño que ha despertado en mi pecho, es demasiado pronto para ponerle una etiqueta tan fuerte y pasional. Pero aun a si he de admitir que estar con él me produce una tranquilidad poco usual, me siento bien, a gusto, y es algo de lo que me siento orgullosa ya que significa que las penas pasadas han tornado a su fin.
No quiero un cuento perfecto, una historia de princesas con un príncipe azul, no quiero una historia de disney. Solo quiero un cuento normal y corriente con un toque personal. Mi cuento. Una historia donde al final se encuentre la felicidad. 
¿Qué es lo que pasara con el príncipe y la princesa? Eso es algo que el tiempo dará a conocer, pero mientras tanto, seguiré a su lado esperando que en el tiempo que está por venir, la margarita deje de ser deshojada acabando en el pétalo del “te quiero”